viernes, 11 de octubre de 2013

DEO GRATIAS AGIMUS

NOTA DEL AUTOR: En la tercera entrega de este club de escritura, la premisa era la de escribir un relato sobre el concepto "carta de agradecimiento", de temática y extensión libre; y esto es lo que salió.




NOTA: Extracto del ensayo “Deo gratias agimus”, escrito por la hermana María Lomez Sigil, perteneciente a la orden de las mensajeras de Dios descalzas (Ocotal, Nicaragua).

Cap. 7, pág. 4 “de infirmorum ac profugo” 

“…y demos gracias infinitas a nuestro Señor todopoderoso por todos sus actos; sean llamados infames aquellos que no vean sus milagros ni reconozcan su majestuosa obra.
Demos gracias por la belleza de su misericordia sin límites, y sea reconocida y alabada, en cada gesto y en cada palabra, todos y cada uno de sus regalos.
En todo lo que veo, todo lo que toco, todo lo que siento, encuentro el alma de Jesús y su eterna acción. Por ello te doy gracias Señor.
Démosle gracias, por todo lo que nos enseña con cada una de sus misiones, y por el enriquecedor aprendizaje que cada una de ellas encierra, pues en ellas podemos ver su eterna bondad. Por ello te doy gracias Señor.
Te doy gracias Señor por enseñarle el camino al padre Rafael. Cinco años le mantuviste postrado en una cama, afectado del cáncer más horrible y doloroso, para que aprendiera el verdadero significado de la salud y así la apreciara. La lenta agonía hacia su muerte fue una enseñanza para él, y sus seres queridos. Te doy gracias por ello. 
Te doy gracias, oh Dios omnipresente, por deleitarme cada día con el milagro de la vida, y crear así a mi sobrina Beatriz. A tu misma imagen y semejanza; pero que en tu infinita sabiduría y clemencia la bendeciste con el regalo de padecer Tay-Sachs. Mi hermana y su marido te dan también las gracias Señor por tu perpetuo amor y por la seguridad de saber que en tres años, la tendrás en tu regazo. Gracias Señor.
Te doy gracias Señor por la hermana Dolores, por crearla bajo el don de la compasión y la humanidad hacia sus semejantes. Ella te entregó su devoción y su altruismo, y la enseñaste que en el sacrificio está salvación. Ella se preocupó de los hambrientos de Beledwenye, los enfermos de Dire Dawa, los desamparados de Butare… y la honraste con la malaria más atroz, en la tierra más hostil. Gracias Señor por llevarla a tú lado tras cincuenta y dos años de dedicación absoluta y sufrimiento para con los demás.   
Te doy gracias maestro por enseñarme la verdadera fe, la esencia de la creencia en la dificultad de tu labor; por enseñarme a verte en cada suceso. Te doy gracias por Akasha, Baru y Naresh, los tres pequeños hermanos de Penang a los que salvaste la vida después de estremecer su pequeño mundo con el terremoto de Sumatra-Andamán, evidencia de tu grandioso poder. Te doy gracias por acoger en tu seno a sus padres, tíos, abuelos, primos y amigos y enseñarles la insignificancia de los seres en su individualidad. Gracias por ofrecer a esos tres niños el aprendizaje de la orfandad en la más absoluta devastación. Te doy gracias Señor por ello.
Te doy gracias padre universal por Svetlana, Ekaterina, y todo su equipo de alpinistas. Ya que en su ascensión a lo más alto del pico Elbrus, en un intento por estar más cerca de tu creación y deleitarse con el mayor de los espectáculos naturales, hiciste que un alud los sepultara a todos bajo un manto blanco de pureza y pudieran así, ser uno contigo, de forma imperecedera e intangible. Gracias también te doy por Nikolay, que él más que nadie fue tocado con tu mano misericordiosa y le glorificaste con una tetraplejia. Ahora, postrado en una cama verá con otros ojos la fortuna de tu mensaje y tu intervención Divina. Te doy gracias Señor…”



Traducción del latín al castellano de Juan Vil Hernández. 28 del 12 de 1897 

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